Creo que conocemos más este clásico de la literatura infantil por sus adaptaciones al cine que por el libro en sí mismo y, como siempre en estos casos, leer el libro es descubrir que la historia que parecía infantil realmente tiene unos componentes bastante oscuros y poco aptos para niños.

La historia es básicamente la misma que conocemos: Wendy y sus hermanos viven con sus padres hasta que llega Peter Pan y los lleva a Nunca Jamás, en donde son protagonistas de aventuras que antes solo podían imaginar. Sus aventuras incluyen conocer a los niños perdidos, a Campanilla y a otros curiosos personajes, incluyendo por supuesto al Capitán Garfio, a quien enfrentan en más de una ocasión.

El libro en general es tierno y lleno de imaginación, pero también es muy extraño y a veces oscuro. Peter es un niño engreído, arrogante y caprichoso que realmente nunca reflexiona sobre sus acciones. Campanilla es celosa y en más de una ocasión intenta asesinar a Wendy. En Nunca jamás realmente existe la muerte y lo que en las películas se ve como un juego entre los piratas y Peter, en el libro no parece tan inocente.

Lo extraño es que en medio de todo esto, hay mucho espacio para la imaginación y para la inocencia. Me sorprendió mucho leer la descripción de Nana, el perro de la familia que realmente es la niñera y de alguna forma se comunica con los padres y los niños. También el hecho de que el papá de los niños se fuera a vivir a la perrera mientras esperaba la vuelta de los niños y que pareciera algo natural, incluso para la sociedad londinense. Supongo que al final ese es el mensaje del libro: cuando crecemos perdemos la imaginación y la inocencia, olvidamos lo que era ser niños, pero a veces podemos volver a encontrarnos con el niño que fuimos. Me gustó y creo que sí es un libro para leer con los niños, pero en compañía.

Nosotros también hemos estado allí y aún recordamos el murmullo de las olas, aunque no volveremos a desembarcar jamás.