Tenía este libro en mi lista de pendientes y recibirlo como la siguiente lectura del club Tinta fue la señal que necesitaba para decidirme a leerlo. Realmente valió la pena, no solo me gustó sino que me dejó pensando y creo que llegó a mi vida en el momento justo porque quizás en otro momento no hubiera entendido de la misma manera sus reflexiones sobre la vida, el amor, el silencio, la vejez, el orgullo y la amistad.
El último encuentro es un libro en el que intervienen brevemente varios personajes pero la mayor parte del tiempo parece un soliloquio de Henrik, un antiguo general del imperio Austro-húngaro que espera la visita de Konrád, su mejor amigo de la juventud. Mientras lo espera recuerda la historia de su vida, a las personas que fueron importantes en ella y, por supuesto, los detalles sobre el inicio de su amistad con Konrád.
Lo que no queda claro es qué fue lo que pasó para que se distanciaran, hasta que Konrád se hace presente y finalmente tienen la charla pendiente por más de 40 años. Este es el momento cumbre de la novela (si se puede clasificar en esta categoría), porque es cuando por fin se empiezan a desvelar los secretos que se han insinuado, se hacen las preguntas clave y se reflexiona desde la madurez que trae la vejez, sin reclamos y sin esperar explicaciones… y creo que incluso sin respuestas claras.
Un libro pausado, que transmite calma y sabiduría. Me gustó mucho, lo reelería y leeré más de Sándor Márai. De hecho ya tengo a La mujer justa en mi biblioteca.
La memoria lo pasa todo por su tamiz mágico. Resulta que después de diez o veinte años te das cuenta de que algunos acontecimientos, por más importantes que hayan parecido, no te han cambiado absolutamente en nada.

