Como conté en la presentación de mi blog, uno de los autores a los que suelo leer sin que sea casualidad es Mario Vargas Llosa.

Cuando leí la contraportada de este libro decidí comprarlo y leerlo. Me sorprendió enterarme de que era parte de un proyecto de una serie de libros titulada «Cartas a un joven…», que finalmente no se dió, pero dejó esta pequeña muestra de la idea.

Es entretenido. Como el título lo indica, está escrito en forma epistolar, así que mientras lo leía me imaginaba a Vargas Llosa en la sala de su casa dando consejos, porque ese es el tono: el de un profesor amigable que quiere contarte diferentes aspectos sobre el proceso de escritura de una novela, incluyendo los tipos de narrador, la selección de los temas, la construcción de los personajes, entre otras cosas.

Además, leyendo el libro es posible conocer cosas más personales del Nobel, como sus gustos y sus autores predilectos, así que surgen más libros para agregar a la lista de pendientes. En mis planes no está ser novelista, pero es un gran libro también para los que no queremos serlo.

La ficción no es la vida vivida, sino otra vida, fantaseada con los materiales que aquélla le suministra y sin la cual la vida verdadera sería más sórdida y pobre de lo que es.