Una obra de teatro inesperada. Decidimos ir a última hora y terminamos en una función a las 11 pm.
Fuimos al lugar en taxi y durante el recorrido alcancé a pensar que o nos iban a robar, o el teatro iba a ser muy inesperado.
Después de unas cuantas vueltas, llegamos al lugar, una casa normal que, de no haber sido por la gente que veíamos entrando y saliendo, parecería la casa de una familia cualquiera. Frente a la casa había una cafetería y entramos a tomar algo mientras esperábamos la hora del espectáculo.
Cuando llegó la hora, entramos a la casa y nos sentaron en filas de sillas frente a la cocina. Eramos unas 30 personas. La primera parte de la obra de teatro fue en este escenario, una cocina vieja y sucia, de una casa vieja y sucia, en donde las personas de diferentes nacionalidades que vivían en la casa tenían un punto de encuentro para hablar sobre sus vidas.
Cuando acabó la escena, nos divieron en 4 grupos y cada grupo entró en una habitación, entonces escuchamos la historia de uno de los personajes. Salimos y entramos en la siguiente habitación y repetimos el proceso hasta completar las 4 habitaciones y los 4 personajes.
Después volvimos a la cocina y nuevamente se reunieron los personajes a discutir la situación que apestaba. En un momento tuve miedo de lo que apestaba, llegué a pensar que la obra iba a ser tan inmersiva que de verdad iba a empezar a oler mal, pero no. Por momentos hasta sentí miedo de que me tocaran los actores, pero tampoco pasó.
Una gran obra, con reflexiones muy interesantes sobre la inmigración y la pérdida de identidad. La recomiendo, aunque creo que no existirán muchas más oportunidades para verla. Nunca había visto una obra como esta y creo que es una experiencia que vale la pena.