No sé qué tanto sabrá Pérez-Reverte de esgrima. Yo no sé nada, pero me convencí de que él sí sabía con este libro.

Acompañamos a Jaime Astarloa en la búsqueda de la estocada perfecta y en la nostalgia del honor y los principios que existían, tanto en el esgrima como en la vida misma y que para él dejaron de existir con el avance de la Historia.

En este libro aparece una heroína memorable: Adela de Otero, aristócrata, culta, una mujer interesada por el esgrima, que pone en duda los principios del maestro.

Simultáneamente, el maestro se ve envuelto en una trama política protagonizada por uno de sus más cercanos amigos y alumnos y en donde al parecer también está envuelta Adela de Otero, lo que hace que el lector se pregunte permanentemente ¿cuál es el misterio que encierra toda la trama?, ¿cuál es el papel de Adela en lo que sucede?

Solo resta decir que el final es impresionante.

Toda mi vida me he limitado a sostener una cierta idea de mí mismo, y eso es todo. Hay que conservar una serie de valores que no se deprecian con el paso del tiempo. Lo demás son modas del momento, situaciones fugaces y mutables.