Los clásicos de la literatura se presentan en estilos y formatos muy diferentes. A veces son libros enormes llenos de palabras complejas, a veces son libros medianos con historias originales, y otras veces, como en esta ocasión son pequeños libros que detrás de su sencillez esconden mensajes poderosos.
El maravilloso mago de Oz es un clásico de la literatura infantil que muchos niños leen en el colegio y que muchos adultos han visto en su versión teatral o cinematográfica. En mi caso nunca había tenido un acercamiento a ninguna de las tres versiones, aunque identificaba algunos aspectos de la historia como el protagonismo de una niña llamada Dorothy, la importancia de unos zapatos rojos muy brillantes y la presencia de las brujas, típicas antagonistas de los cuentos de hadas.
Por eso lo primero que me sorprendió cuando leí el libro fue que los zapatos de Dorothy fueran de plata. Supongo que en las adaptaciones los cambiaron porque eran más vistosos y supongo también que hoy en día esta es la clase de pregunta que sirve para verificar si alguien leyó el libro o solamente vio las adaptaciones.
Hace mucho que no leía libros infantiles y había olvidado lo diferentes que son en la forma de construir el argumento. En El maravilloso mago de Oz todo pasa muy rápido, los problemas se construyen en dos párrafos y se solucionan en el siguiente, sin dar tiempo al lector de pensar en posibles desarrollos de la trama. Además la edición que leí contenía los dibujos originales de W.W. Denslow, que no solo ilustran maravillosamente la historia, sino que además van dando pistas sobre lo siguiente que va a ocurrir.
Cuando acabé de leer el libro me propuse ver la película de 1939 para comparar y descubrí que en la película se modifica bastante la historia original. Para empezar, en el libro la aventura de Dorothy empieza muy rápido y no se describen todas esas escenas de trabajo en la granja de Kansas, ni se presentan personajes adicionales a los tíos de la niña.
Ya en Oz, la historia continúa cambiando con el recorte de personajes, el resumen de los encuentros con el mago, la ausencia de explicaciones sobre el control de los monos alados, la eliminación de la esclavitud de Dorothy, y lo más indignante, el final ¡Resumieron toda la aventura de Dorothy en una alucinación producto de una enfermedad!
Lo que me divirtió de la película fue su estética, esos efectos especiales de hace casi 80 años son muy ficticios. La escena del tornado y las cosas volando por la ventana, los monos alados, el globo del mago… hacen reír mucho por lo falsas que se ven. Además de eso, me gustó el toque que le quisieron dar a la comparación entre Kansas y Oz con los colores; en el libro Kansas se describe como gris y en la película lo mostraron sepia todo el tiempo, mientras que Oz estaba lleno de colores vivos y hasta tenía una bruja verde.
Al final, lo que tienen en común el libro y la película es el mensaje: ya llevamos dentro lo que queremos ser, pero tenemos que asumirlo y desarrollarlo para que se vuelva parte de nosotros.