Este es un libro sobre el lector más desafortunado del mundo y no lo digo solamente por el personaje principal, sino también por mí misma y por todos los lectores desafortundos que en este libro han leído el inicio de 10 novelas distintas y la conclusión de ninguna.

Si una noche de invierno un viajero es un libro muy curioso desde el comienzo, porque empieza hablándole directamente al lector en una especie de ruptura de la cuarta pared al estilo del teatro. Descubrimos entonces que el protagonista es un lector que compra el libro de Italo Calvino, lee el primer capítulo y se encuentra con que no hay continuación, por lo que vuelve a la librería a pedir un cambio y termina leyendo el primer capítulo de otro libro diferente; la historia se repite 10 veces gracias a los artificios del autor, que inventa cada vez una explicación más extraña para justificar el hecho de que el lector no pueda terminar el libro que empieza.

Cada fragmento de libro viene precedido de una introducción en la que se explica cómo llegó el lector al nuevo libro y se desarrolla un poco su propia historia. Inicialmente las introducciones son pequeñas y los capítulos de los libros son largos, pero a medida que avanza el libro, la proporción cambia y las introducciones se vuelven una novela más, pues resulta que detrás de los fragmentos que lee el lector hay una trama de editoriales, falsificaciones, profesores universitarios y pasados ocultos.

No es un libro fácil de leer. En algunos fragmentos el autor se explaya en explicaciones sobre la literatura o la política de un país imaginario y se vuelve tedioso; en otras las historias no son tan interesantes, pero en general es una lástima que solo se presente un capítulo de cada novela. En particular, me hubiera gustado leer un poco más de la que califica como lógico-geométrica y me llamó mucho la atención la telúrico-primordial, porque me hizo pensar en Pedro Páramo, un libro publicado 20 años antes.

No sé cuántas ediciones de este libro existirán, pero recomiendo esta porque inicia con una nota preliminar escrita por el autor en la que explica un poco sobre la intención y la motivación detrás de su libro, e incluye su extraña clasificación de las novelas. Su erudición impresiona.

Dejo rastro si no hablo con nadie pues me califico como alguien que no quiere despegar los labios; dejo rastro si hablo pues toda palabra dicha es una palabra que queda y puede volver a aparecer a continuación, con comillas o sin comillas.