Leer Alicia en el país de las maravillas es entrar en un mundo fantástico poblado por personajes extraños que parecen producto de un sueño. De hecho mi percepción de este libro es que Lewis Carroll se despertó un día después de haber soñado toda la noche, empezó a escribir y el resultado fueron los dos cuentos largos sobre las aventuras de Alicia en los que todo es posible: saltar de repente de un tema o de un lugar a otro, vivir situaciones improbables o imposibles, encontrarse con seres que no existen, en fin…

Este es un libro que desde la inocencia de Alicia y la locura de los personajes con los que se encuentra, se desafía la lógica y la madurez del lector. Para mí fue muy divertido leer los comentarios y reflexiones que hacía Alicia sobre ella misma, así como seguir sus pensamientos a medida que tomaba decisiones en el disparatado mundo en el que se encontraba.

Una de las cosas que me pasó con este libro fue que me hizo confrontarlo con las versiones cinematográficas y las frases motivacionales que se comparten en las redes sociales. [Spoiler alert] El no-cumpleaños no es un concepto del sombrero loco y la liebre de marzo, sino de Humpty Dumpty, ningún personaje tiene más protagonismo que los otros (el sombrerero es uno más) y (por lo menos en estas dos obras) Lewis Carroll nunca escribió «El secreto, querida Alicia, es rodearte de personas que te hagan sonreír el corazón. Es entonces, solo entonces que estarás en el País de las Maravillas».

Creo que este es uno de esos libros que hay que leer en diferentes momentos de la vida, porque el punto de vista irá cambiando y muchas cosas solo tendrán sentido después de haber vivido un poco.

– ¿Querría decirme, por favor, qué camino debo tomar para irme de aquí?
– Eso depende mucho del lugar adonde quieras llegar – dijo el Gato.
– Me da lo mismo el lugar… – dijo Alicia.
– Entonces no importa qué camino tomes – dijo el Gato.