Me reí mucho leyendo este libro, porque la forma en la que se cuenta la historia es supremamente divertida.
Realmente no hay un narrador, sino que los hechos se van conociendo a través de los diálogos entre los personajes, de los informes de Pantaléon a sus supervisores, de los reportajes del Sinchi, etc.
Aunque el relato se basa en algo que, según dice Vargas Llosa, sucedió realmente, su narración llega hasta la caricatura y siempre están presentes las preguntas ¿cuál es la línea entre la ficción y la realidad?, ¿qué pasó realmente y qué se atribuye a la libertad creativa del escritor?
Me encantó el libro, me divertí mucho y lo recomiendo, además descubrí un poco más del estilo de Vargas Llosa.