Esta etapa de mi vida se llama «cumplir sueños» y ayer cumplí uno de los más importantes: ¡Subí a la Torre Eiffel!

El primer día que llegamos a París la vimos desde lejos y no puedo describir la emoción que sentí, un sueño hecho realidad. Después nos acercamos, pero estaba muy nubado y no se podía ver completa. Estábamos un poco preocupadas, porque si el clima seguía así, no íbamos a poder verla en todo su esplendor y en un viaje tan corto no había muchas oportunidades.

La gran noticia es que el clima mejoró. A pesar del frío, el día de ayer fue maravilloso, el cielo estuvo despejado y pudimos acercarnos y ver a la gran dama desde todos los ángulos posibles.

En la noche subimos. Descubrimos que era posible subir hasta 3 niveles diferentes y comprar entradas que no incluyeran la subida hasta todos los niveles; a veces cierran el tercer nivel por seguridad de los turistas, pero este no fue el caso y pudimos llegar hasta la cima.

En todos los niveles hay una vista magnífica de París, además de restaurantes, datos, explicaciones, objetos, en fin… Para las fotografías es una lástima que hayamos subido en la noche, pero para nuestros ojos fue una experiencia preciosa. Algún día tendré que subir de día y comparar.

No me esperaba las mallas protectoras, pero me parece muy lógico, porque no falta el loco que se quiera volver famoso lanzándose de la Torre. Tampoco me esperaba el nivel de frío que hace a causa del viento, ¡nos estábamos congelando!

El otro dato curioso es que subimos el 14 de febrero, cuando en muchos países del mundo se celebra el día de San Valentín o de los enamorados. Ya se imaginarán la cantidad de parejitas que había celebrando su amor. Un día para no olvidar, un día para recordar lo afortunada que soy.