Un clásico de la literatura universal que tarde o temprano tenía que leer y que recomiendo a todos, especialmente a aquellos interesados en la psicología humana.
Mientras leía el libro, me contagiaba de esa locura de Raskólnikov, de la forma acelerada en la que pensaba y hacía las cosas, de su desesperación y su angustia por sus problemas y luego por que no descubrieran lo que había hecho. Estaba, como él, esperando con ansiedad ese momento en que alguien se diera cuenta de que él era a quien estaban buscando.
Nunca había leído nada como esto y pienso que tiene todos los méritos para que lo consideren una obra maestra. Es una historia delirante que atrapa, que transporta, que genera sentimientos y que hace reflexionar, porque mientras seguimos a Raskólnilov en su locura, somos testigos de las injusticias de la vida, que continúan vigentes en todos los países y en todas las épocas.
Si la otra gente es tonta, y a mí me consta, ¿por qué soy yo tan tonto, que no quiero ser más inteligente que los demás?
Para juzgar sin pasión a ciertas personas, es necesario renunciar de antemano a ciertas ideas preconcebidas y a la manera habitual de ver a los demás y los objetos que nos rodean.