Empecé a seguir a Juan Pablo Montoya la primera vez que estuvo en la Indycar y fui super fan de él durante su época en la Fórmula 1, hoy aún lo sigo y por eso este fin de semana fui muy feliz.
La primera vez que su fundación Fórmula Sonrisas llevó a cabo la Carrera de las estrellas, fue en Cartagena y soñaba con poder ir algún día y al menos ver todo el espectáculo de lejos. No me imaginaba que 12 años después iba a ser en Bogotá e iba a poder asistir a ella.
La boleta decía que empezaba a las 10:30, pero decidimos salir de Bogotá a las 8:00 porque conocemos la situación de tráfico por la autopista norte los sábados. Fui una buena decisión porque llegamos a las 9:30, suficientemente temprano para escoger un buen puesto desde el cual pudimos ver muy buen todo el espectáculo.
Nuestras boletas eran de paddock, las intermedias. No teníamos todo el acceso que tenían quienes compraban Paddock + Pits, pero podíamos acercarnos lo suficiente para ver muchas cosas y para tomar fotografías de cerca a los pilotos invitados.
Dentro de nuestra entrada, estaba incluido el catering a cargo de Andrés Carne de res. Cuando llegamos, nos dieron un voucher con 3 partes que podían desprenderse para solicitar la entrada, el plato y el postre y además, podíamos pedir todas las bebidas que quisiéramos dentro de una lista que incluía: productos postobón, miller lite y gatorade.
Todo el tiempo estuvimos entretenidos, pues no solamente se corría la carrera de las estrellas, sino que además se realizaron prácticas y carreras de otras categorías (no conozco los nombres, así que no especificaré cuáles).
Hacia las 10 fue la primera práctica de la carrera de las estrellas, pero la carrera empezó a las 2:30…mientras tanto hubo clasificación, actos protocolarios con la banda marcial de Tocancipá, presentación de Germán Mejía, entrevistas a los pilotos, los encargados de los drones haciendo show con un helicóptero, desfile del carro de Indy 500 de Montoya, en fin… La carrera fue entretenida, porque además se notaba que para los pilotos era pura diversión.
Pensé que ahí terminaba todo, pero después de la premiación anunciaron que habría una segunda manga y a pesar del cansancio decidimos quedarnos a ver el show hasta el final. No puedo olvidarme de mencionar pequeños detalles que hacen de estas experiencias algo especial, como el hecho de que representantes de Miller Lite pasaron por todos los grupos ofreciéndonos conductor elegido para que pudiéramos consumir bebidas alcohólicas, obviamente su intención es que probemos Miller Lite, pero eso no le quita que sea una gran iniciativa.
Hubo un espectáculo intermedio de gente haciendo piruetas en motos, carros y bicicletas que nos entretuvo un rato, luego volvieron las competencias de otras categorías y al final, pasadas las 5 de la tarde, otra carrera de las estrellas.
Para esta premiación hubo champaña, así que fue mucho más divertido para los pilotos y para el público. Yo me quedé esperando en las escaleras de bajada del podio en busca de un autógrafo y una foto que añoraba desde hace años y ¡los conseguí!
Después de media hora de espera en la escalera, logré mi foto y mi autógrafo tan anhelados, además de fotos con Helio Castroneves, Travis Pastrana y Gustavo Yacamán. Tengo que resaltar que los pilotos fueron muy amables con el público (siempre que tuvieron tiempo); había momentos en los que pasaban rápido porque tenían cosas qué hacer, pero trataban de dar autógrafos y tomarse fotos siempre que podían, eran realmente muy amables.
Un sueño más hecho realidad y una cosa menos en mi bucket list, fue un día muy largo pero valió la pena hasta el último minuto.