Conocía algo sobre Hiroshima por las clases de Historia en el colegio, pero leyendo este libro me dí cuenta de que lo que sabemos realmente es muy poco para la magnitud de la tragedia. En la educación que recibimos se limitan a decirnos que se lanzaron bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, pero no explican lo que es una bomba atómica, las consecuencias de lanzarla, o el hecho de que hacerlo en ese momento de la guerra era absolutamente innecesario.
Este tema nunca me ha afectado. No lo siento parte de mi historia porque no nací en Estados Unidos ni en Japón y tampoco viví en la época en la que sucedieron los acontecimientos, pero sí considero que se trata de uno de esos hechos históricos que nadie debería olvidar y que debería convertirse en una lección para la humanidad, especialmente en un momento como el actual, en el que también se habla de armas biológicas y químicas.
El libro fue publicado originalmente como un artículo (que ocupó toda una edición) en la revista The New Yorker. En él, John Hersey cuenta lo que fue la bomba atómica de Hiroshima desde la experiencia de seis personas que sobrevivieron a ella.
El libro se divide en cinco capítulos, los primeros cuatro fueron publicados en el artículo original y el último corresponde a un artículo publicado 40 años después. En el primer capítulo se cuenta quiénes eran estas seis personas, qué estaban haciendo y cuál fue su reacción cuando explotó la bomba; en el segundo se explican las condiciones en las que sobrevivieron y sus reacciones iniciales ante ella; en el tercero se habla sobre la forma en la que fueron atendidos o ayudaron a atender a los heridos y se menciona la clase de información que recibieron inicialmente sobre la bomba; en el cuarto se presenta la situación en la que finalmente quedaron meses después de los hechos y en el quinto, se expone la evolución de su vida durante los siguientes 40 años.
Juan Gabriel Vásquez, que tradujo y escribió el prólogo de esta edición, dice que la obra debería leerse en inglés, porque es un idioma perfecto para narrar hechos tan trágicos y horribles con distancia y frialdad, pero me parece que hizo un gran trabajo en la traducción porque se conserva ese espíritu de crónica en la que el autor no pretende que el lector se involucre sentimentalmente.
A pesar de esto, sigue siendo uno obra muy impactante, porque miles de personas perdieron todo y no existe forma de leer sobre un acontecimiento de esta naturaleza sin pensar mas allá de los simples hechos. No me imagino lo que pudieron sentir los Estadounidenses leyéndolo y sabiendo que su gobierno destruyó miles de vidas de formas irreparables.
Por último, quiero destacar las referencias a veces divertidas al espíritu japonés, porque si hay algo que muestra este libro es que la cultura japonesa es única y que los japoneses son solidarios, no se rinden y no guardan rencores. Tenemos muchas cosas que aprender de ellos.
Su memoria, como la del mundo, se estaba volviendo selectiva.