Nunca había leído a Álvaro Mutis y lo primero que me causó curiosidad cuando empecé a conocer su obra fue saber que Ilona llega con la lluvia era un libro escrito por él, parte de la saga de Maqroll el Gaviero y no precisamente el primero de ella.
Me causó curiosidad porque en 1996 se hizo una adaptación cinematográfica de ese libro y recuerdo que la alquilamos en VHS para verla en nuestra casa. No me acuerdo de qué trataba, pero sé que era muy aburrida e incluso creo que no entendí nada.
Antes de empezar a leer La nieve del almirante pensaba que era ilógico que se hubiera hecho una película sobre la segunda entrega de una saga sin haber hecho antes la película sobre la primera entrega, pero una vez que avancé en la lectura me di cuenta que no era tan ilógico por la temática y la estructura.
El libro se presenta como una transcripción del diario que escribió Maqroll el Gaviero en su travesía por el río Xurandó. En él nos cuenta sobre la selva, sobre sus compañeros de viaje, sobre las enfermedades, sobre su pasado y al mismo tiempo, reflexiona sobre la vida y la muerte, sobre las mujeres y sobre su oficio de marino.
En el vocabulario del libro y en la forma de construir las frases se nota permanentemente la inclinación del autor hacia la poesía y hacia los temas trascendentales. Personalmente me gusta, aunque me parece un poco fuera de lugar porque no concibo a un gaviero con ese nivel de cultura. Leyéndolo conocí o recordé palabras como aguachirle, azúcar mascabado, trashumancia, torpor, abulia, lenificante, transubstanciación y oquedad.
Más o menos hasta la tercera parte del libro me pareció que era muy desordenado porque en cada párrafo hablaba de un tema distinto y no parecía tener argumento, pero después lo entendí un poco más y entendí también que cada libro de la saga cuenta una aventura en particular de Maqroll el Gaviero y por eso no es tan descabellado que se haya adaptado para el cine el segundo libro y no el primero.
Mutis debió ser una persona impresionante. Hay que leerlo.
Hay cosas que nos llegan demasiado pronto y otras demasiado tarde, pero esto sólo lo sabemos cuando no hay remedio, cuando ya hemos apostado contra nosotros mismos.