Hace poco se llevó a cabo un festival de cine francés en Bogotá y tenía muchas ganas de ver esta película, pero como se presentaba tan pocas veces y en tan pocas salas, nunca pude verla.

La semana pasada se estrenó la película para el público, pero gracias a una amiga que es miembro del Club Concorde, tuve la oportunidad de ir a verla el martes 22 en el pre-estreno. Fue interesante ir a un pre-estreno en primer lugar porque nunca lo había hecho y en segundo lugar, porque invitaron a un profesor de historia para que introdujera la película y él explicó un poco el contexto y el argumento, dejándome en la cabeza una cifra que me heló completamente: Siria es un país de 22 millones de personas, de las cuales 11 millones han sido desplazadas de sus hogares.

La película es interesante, aunque a veces es un poco lenta. El tema es muy difícil porque trata de una madre europea que busca a su hija, también europea, quien fue convencida de viajar a Siria para hacer la yihad. Imagínense la impotencia de la madre que no entiende como una niña que lo tiene todo en Bélgica y que no tiene ningún tipo de raíz musulmana se va a luchar en una guerra que ni siquiera ella entiende.

Esto hace que la película sea, en cierta forma, una reflexión sobre nuestro papel en esas guerras que parecen tan lejanas y sobre lo perdidos que estamos para estar dispuestos a arriesgar nuestra vida de esta forma con tal de encontrarle un sentido.