Hay mucha gente que no le cree a los premios literarios, especialmente a aquellos otorgados sobre obras inéditas porque aún no cuentan con el favor del público. Yo no soy una de esas personas: yo leo a los premios Alfaguara de novela, a los premios Pulitzer, a los Goncourt, a los Man booker, a los premios Nobel, en fin… yo leo todo lo que me suene interesante y lo leo más por eso que porque haya ganado un premio.
Rendición ganó el premio Alfaguara de novela en el 2017 y por eso la mayor parte de las cosas que se pueden decir sobre la novela están en el acta del jurado y en la sinopsis del libro, pero eso no quiere decir que no sea un libro que intrigue, que invite a la reflexión, que conmueva y que valga cada minuto de lectura.
En general las distopías me gustan y esta en particular me gustó por su estilo. El narrador es un hombre humilde que cuenta con sencillez y con honestidad todo lo que pasa, a veces reflexiona tratando de entender lo que sucede, pero se menosprecia y deja al lector la tarea de interpretar a partir de sus observaciones. Permanentemente me encontré preguntándome cuándo y de qué manera iba a «estallar» todo, porque en el mundo distópico que se presenta parece que eso no fuera posible.
Lo que me quedó de leer esta novela es que la perfección tampoco es tan buena: cuando la vida es tan controlada, cuando no hay contratiempos, cuando todo es rutinario, cuando somos completamente transparentes, la vida no tiene ningún sentido porque no esperamos nada de ella.
No conseguir cumplir una tarea, la que fuera, me hacía sentir en deuda con el mundo entero y sobre todo con lo poco o mucho que yo fuera.