Siempre me ha gustado Alejandro Sanz, así que en cuanto supe de la existencia de este libro fui a comprarlo. Lo que no esperaba era tardar dos meses en leerlo, pero así fue… no solo por su extensión y por mi falta de tiempo, sino porque antes de leer cad uno de los 68 capítulos escuché una canción y eso sumó una buena cantidad de tiempo a mi lectura. No me quejo, las recomendaciones musicales me pusieron en contexto y me hicieron descubrir artistas españoles que no conocía.

Este libro no es una biografía propiamente dicha, es más bien una sinfonía de voces en la que Óscar García Blesa reune los testimonios de diferentes personas sobre momentos particulares en la carrera de Alejandro. De esta manera vamos conociendo cómo fue cada etapa y quiénes estuvieron involucrados en ella; lo curioso es que en algunos casos cada persona tiene su propia versión y varias se atribuyen el mismo mérito.

Me gustaron mucho los fragmentos en los que se explicaba el sentido original de algunas canciones, especialmente porque tiendo a asociar la mayoría con historias de amor hacia las mujeres y en realidad hay muchas historias de amor hacia sus hijos, sus maestros, sus padres, etc.

Tabién me pareció interesante que el libro mostrara la evolución de la industria discográfica, porque Sanz fue uno de los últimos artistas que vendió millones de discos antes de que empezaran a prevalecer la piratería y las plataformas digitales.

Siento que me perdí algunas partes de las explicaciones orque no sé mucho de música y menos de flamenco. A veces en el libro hablaban de compases, de estilos de flamenco, de la complejidad musical de algunas composiciones y yo solo pensaba que me gustaban las canciones, que sonaban diferente a la música de la época, pero de ninguna manera podría calificarlas como complejas porque no entiendo en qué radica esa complejidad y es una lástima, porque siento que las apreciaría mucho más y mejor.

Creo que es un libro que todo fan de Alejandro Sanz debería leer. A mi me gustó.

Uno no siempre está rezando, a veces peca para tener algo de lo que lamentarse.