Para mí la India es uno de esos países mágicos, que inspira, que desencadena fantasías y da rienda a la imaginación. Eso era lo que esperaba encontrar en Pasión india y eso fue lo que encontré, mezclado con una historia de amor y con algo de envidia, traición y dolor de nuestra realidad mundana.

Pasión india es la historia de amor entre el Maharajá de Kapurthala y Anita Delgado, un príncipe indio y una plebeya española que a comienzos del siglo XX se conocieron y vivieron una historia inverosimil en muchos aspectos. El maharajá conoció a Anita siendo bailarina en un café-concierto de Madrid, la convirtió en una «mujer de sociedad», se casó con ella y la llevó a la india, a ser princesa de Kapurthala.

Lo que Anita no tenía claro desde el comienzo es que dentro de la cultura del Maharajá era normal tener varias esposas y ella no era la primera. Tampoco sabía que no iba a ser bien vista por aquellos más aferrados a las tradiciones indias, ni que iba a generar conflictos entre el Maharajá y la corona inglesa. Todo es un descubrimiento para ella y para el lector, que de la mano de Javier Moro va conociendo la cultura de una época que ya no existe.

Pasión india es ante todo un gran trabajo de investigación, es como si un investigador privado entregara un informe novelado de la investigación de la relación entre dos personas, pero además tiene el componente de enmarcarse en una cultura completamente diferente a la nuestra, muy tradicional y cerrada, en donde parece que el amor no es suficiente para sobreponerse a las diferencias.

Nada une tanto a dos personas como el hecho de sentirse marginadas, distintas a las demás, desarraigadas; nada cimienta más la amistad que el hecho de entender la soledad del otro.