
El túnel es la confesión de Juan Pablo Castel, quien desde la primera frase admite que mató a María Iribarne y, en una narración vertiginosa que transmite la sensación de una carrera hacia el precicipio, explica sus motivos y los hechos que desembocaron en el asesinato.
Los analistas literarios se refieren a El túnel como una novela con matices filosóficos y psicológicos diversos, mencionando entre muchas otras cosas el existencialismo y la ezquizofrenia. No sé mucho de estos temas, pero sí veo a un hombre obsesivo, que piensa en mil posibilidades (todas pesimistas) y se arma historias que solo existen en su cabeza para justificar esas posibilidades. Y veo también a una mujer que no es capaz de romper los lazos con él hasta que es muy tarde.
Y ahí está mi conflicto con esta novela: puede ser una obra maestra, pero lo que veo es una relación tóxica, de esas que en la vida real también desembocan en asesinatos y que no se pueden justificar con ninguna explicación filosófica o psicológica. Si María Iribarne fuera mi amiga, le diría que es una idiota y le aconsejaría que huyera inmediatamente. Supongo que se considera un gran libro precisamente por su capacidad de generar tal nivel de apasionamiento y conflicto.
Vivir consiste en construir futuros recuerdos.
