
Hace un par de años, cuando me regalaron este libro, me dijeron «pensé en ti y por eso te lo compré». En ese momento yo no sabía nada sobre él ni sobre la revolución islámica, pero como me encantan los libros lo acepté y lo agradecí.
El año pasado se conmemoraron 40 años de la revolución islámica y para la ocasión se llevaron a cabo distintos eventos. En ese momento yo estaba interesada en hacer un curso de historia y justamente encontré uno llamado «Historia de Irán y la revolución islámica», en el que me inscribí simplemente porque sonaba interesante y quería aprender algo de Irán que no estuviera enmarcado en la publicidad negativa que los medios le han estado haciendo durante tantos años.
El curso fue maravilloso, me mostró lo que quería ver y me dio el contexto necesario para abordar Persepolis. Creo que si lo hubiera leído cuando me lo regalaron no habría entendido todo ni lo había disfrutado de la misma manera.
Ahora sí, después de esta introducción, mi opinión sobre el libro… Persepolis es la historia de Marjane Satrapi, su autora, una iraní que vivía una infancia normal en Teherán cuando estallaron las manifestaciones contra la monarquía del shah y su vida empezó a cambiar. Satrapi nos cuenta, desde su experiencia y la de sus padres, la esperanza con la que vivió la caída del régimen, la incertidumbre que vino después y la pérdida total de seguridad que finalmente llegó con la revolución islámica.
Su punto de vista evoluciona a lo largo del libro, pues inicialmente se trata de una niña que empieza a vivir las transformaciones de su país con inocencia, sin entender realmente lo que significan o lo que implican, pero poco a poco estas transformaciones van cambiando su propio contexto y afectando su forma de vida, hasta que sus padres y ella tienen que tomar decisiones de esas que cambian vidas.
Me gustó muchísimo el libro y, como siempre que leo en este formato, sentí cercanía con la historia, con la autora y con sus vivencias. Creo que es un libro personal, pero que muestra la experiencia de toda una generación y lo que me parece terrible es que, a pesar de lo dura que es la historia, es la de alguien que tuvo la suerte de no haber nacido en una familia extremista.
Mi conclusión es simple: somos títeres, creemos tener el control sobre nuestras vidas, pero en realidad este control es una ilusión. En cualquier momento todo nuestro contexto puede cambiar y puede obligarnos a cambiar sin que podamos hacer nada al respecto, excepto quizás morir tratando de defender nuestra libertad.
We can only feel sorry for ourselves when our misfortunes are still supportable… once this limit is crossed, the only way to bear the unbearable is to laugh at it.
