El señor de las moscas es un clásico de la literatura universal, una novela escrita por un ganador del premio Nobel de literatura y, sobre todo, una de esas referencias que han entrado a formar parte de la cultura popular y cuyas líneas generales muchos conocen, incluso sin saber que existe el libro. De hecho recurso que mi primer acercamiento a esta historia fue un capítulo de Los Simpson.
El argumento es sencillo: un grupo de niños de entre 6 y 12 años sufre un accidente y queda abandonado e incomunicado en una isla desierta. No saben cuanto tiempo tardarán en encontrarlos y, por lo tanto, deben buscar formas de sobrevivir hasta que ese esperado momento llegue (si es que llega).
Como es de esperarse, surgen líderes, rivalidades, miedos y otros obstáculos, tanto propios de la interacción entre los niños, como generados por la situación y las condiciones de la isla.
Con esta obra Golding plantea preguntas sobre la naturaleza humana, representando virtudes y defectos distintos en cada uno de los niños y haciendo que estos se acentúen a medida que pasa el tiempo y deben afrontar nuevas dificultades.
Algunas escenas de la novela son perturbadoras, especialmente porque se trata de niños y no es natural imaginarse a un personaje que, en teoría, debería ser inocente y libre de maldad haciendo cosas que en un personaje antagónico adulto serían bastante naturales.
Creo que es un libro para reflexionar, para analizar esos comportamientos que tenemos como seres humanos y que a veces pueden llegar a ser viscerales. ¿Cómo sería yo en una isla desierta? y ¿cómo habría sido en mi infancia, o en mi adolescencia? La verdad es que creo que no habría durado mucho…
Lo malo de ser jefe era que había que pensar, había que ser prudente. Y las ocasiones se esfumaban tan rápidamente que era necesario aferrarse enseguida a una decisión.