Con cada libro que leo soy más consciente de mi ignorancia, pero me encanta serlo, descubrir todo lo que desconozco y sentirme un poquito menos ignorante después de terminar mi lectura. Esto me pasó con El italiano, porque nunca había escuchado sobre los maiales ni sobre el papel de los buzos de la Regia Marina en la segunda guerra mundial.
La acción de El italiano ocurre en la bahía de Algeciras, en Gibraltar y en La Línea de la Concepción, en donde vive Elena Arbués, una librera que un día cualquiera encuentra a un buzo en la playa, lo ayuda y desencadena una serie de hechos que cambiarán su vida, entre ellos una historia de amor que ya se menciona en la sinopsis del libro.
Aunque soy amante de las buenas historias de amor y en esta novela hay unos intercambios cautivadores, para mí el valor de este libro está en la reconstrucción de las estrategias de ataque con los Maiales, en entender cómo se organizaban, cómo se ejecutaban, los riesgos a los que se exponían y la percepción que tenían los aliados sobre sus ataques (muy interesante saber que inicialmente no entendían desde dónde venían y tardaron en identificarlo e implementar estrategias de defensa). Además, también fue valioso para mí conocer un poco sobre la dinámica de los intercambios entre Gibraltar y la Línea.
Dos notas al pie sobre este libro: un personaje que hace una breve aparición es John Burgess Wilson, mejor conocido como Anthony Burgess, escritor de La naranja mecánica, porque cuando hay una guerra todo el mundo aparece buscando algo. Y la segunda es que no puedo evitar pensar en Michael Fassbender cada vez que veo la portada del libro.
Es poco lo que se teme cuando es poco lo que se espera, más allá de una misma.