Para leer ciertos libros es necesario sustraerse del contexto actual, resituarse en otra época y tratar de pensar como alguien de esa época. Este es el caso de Werther, Las desventuras del joven Werther o Las penas del joven Werther (son las 3 versiones de título en español que he encontrado hasta ahora, pero sé que hay muchas otras).
El personaje principal de la novela es Werther, un joven que vive en la Alemania del siglo XVIII y que por medio de cartas se comunica con su amigo Guillermo para contarle sobre su vida. Werther es un joven acomodado, soñador y sensible que se traslada de la ciudad a vivir en un pueblo llamado Wahlheim, por lo que sus primeras cartas hacia Guillermo describen la belleza de su nuevo hogar, la sencillez de la vida en el pueblo, la naturaleza que lo rodea, la amabilidad de la gente, en fin, lo pintoresco que es todo para él y cómo eso lo hace muy feliz.
Es en medio de esta fascinación por la vida en el pueblo que Guillermo conoce a Carlota, una joven amable, cariñosa y querida por todos con quien rápidamente entabla una amistad. El problema es que Werther se enamora de ella desde el primer momento, pero ella está comprometida con Alberto y no puede ofrecerle más que una amistad sin reservas. Y el otro problema es que Alberto es una gran persona y Werther también termina siendo amigo de él.
Acá empieza para Werther el descenso hacia lo que hoy en día probablemente se diagnosticaría como una depresión, porque ya nada lo hace feliz, ya nada tiene sentido excepto estar con y para Carlota. A su manera Werther trata de recuperarse: deja el pueblo, viaja, busca nuevos oficios, hasta que su obsesión por ella lo hace volver y terminar la historia de forma trágica.
El libro tiene una tercera parte en donde se recogen narraciones de las personas cercanas a Alberto sobre algunos de los hechos que no se detallan en sus cartas.
Entonces, Werther es una de las novelas más reconocidas de la literatura universal y del romanticismo alemán. Es una novela que se puede percibir como demasiado sentimental y por eso se debe entender que ese era precisamente el objetivo de Goethe, enfocarse en lo sutil, lo bello, lo espontáneo, lo emotivo, en contraposición con el racionalismo que primaba en la época. Personalmente hubo fragmentos en los que me costaba continuar leyendo porque tantos sentimientos a flor de piel me parecían artificiales. No sé si soy demasiado moderna o incrédula.